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8 de junio de 2017

Wonder Woman

Hay una escena en la cinta de Wonder Woman en donde el personaje de Steve Trevor le da la bienvenida a Londres a Diana, a lo que ella responde “está horrible”. “Bueno, no es para cualquier persona” le dice Trevor. Más que Londres, parecería la presentación del personaje al universo fílmico de DC.

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Co-Productor del episodio: Jaime Rosales
Co-Productor del episodio: Román Rangel
Co-Productor del episodio: Titus Bondi. 

Agradecimiento a nuestros Patreons Álvaro VázquezDaniel Krauze,  Fernando TeodoroEdith SánchezAlejandro Alemán y Juan Espíritu.




La primicia es sencilla, en el equivalente mítico a los vagones exclusivos para mujeres en el transporte público conocido como la Isla de Themyscira es que conocemos a la joven Diana (interpretada por Gal Gadot). A pesar del desacuerdo de su madre Hippolyta (Connie Nielsen) es que lleva su entrenamiento como amazona de la mano de su tía Antiope (Robin Wright) preparándose en combate y uso de armas (cosas necesarias si eres mujer y viajas en los vagones exclusivos, como todas saben). Es entonces que la llegada del Capitán Kirk, digo, de Steve Trevor (encarnado por Chris Pine), quien es perseguido por la armada alemana forza a las amazonas a atacar a los hombres invasores (¿Cómo en los vagones exclusivos?) y casi casi eliminar al atrevido espía de las fuerzas de la Entente, quien por accidente les recuerda a las aguerridas mujeres que son parte del mundo y hay una Gran Guerra y un mundo allá afuera en donde las cosas no son tan paradisiacas como en su isla. Es entonces que Diana decide conocer este mundo para detener una guerra que seguro es obra del mismísimo dios bélico griego, ya que el detenerlo es misión explícita de quien se diga amazona.





El personaje de Wonder Woman surge creado por Willliam Moulton Marston, quien originalmente la nombró Suprema: The Wonder Woman, y en realidad estaba pensado más para el público masculino. Con Marston en los guiones (lo cual fue un mero movimiento de relaciones públicas por parte de Max Gaines, jefe de All-American Comics, antecesora de DC Comics) y el talento del veterano Harry George Peter es que sale a la luz el personaje. Con algunas similitudes es que la   llega a la gran pantalla en tiempos modernos.

El universo cinematográfico de DC, uno de los tres universos que Warner planea explotar (siendo el de Harry Potter y el de los monstruos gigantes los otros dos) ha logrado resultados más que decentes en taquilla, aunque en la crítica y audiencias ha sido más divisorio. Para la cinta se buscó la dirección de una mujer (por que como todos sabemos, los hombres somos incapaces de manejar personajes femeninos de manera adecuada, como lo han demostrado Rob Bowman, Pitof, George Miller o James Cameron) y originalmente fue Michelle MacLaren la encomendada, pero abandonó el proyecto debido a diferencias creativas. Si bien MacLaren es una veterana en la dirección televisiva teniendo créditos en X-Files, The Walking Dead, Breaking Bad o Game of Thrones, es Patty Jenkins quien toma el mando final de un proyecto que tiene mucho la mano de Zack Snyder detrás (escribió la historia, produce y casteo a Gal Gadot para el personaje), aunque eso no lo diremos públicamente ya que la opinión pública no está precisamente en favor del divisivo director.

La cinta cuenta con varios aciertos que curiosamente vienen por su posicionamiento dentro del universo de DC. Si hubiese sido la primera cinta de dicho universo, los comentarios sobre sus parecidos en manejos con las cintas de la Maravillosa Competencia estarían a la orden del día, ya que ilustrarían la falta de creatividad por parte de Warner Brothers. Casualmente continúa con aciertos y desatinos que ya parecen característicos en dicho estudio. Es consistente con la gama de colores y estética manejada por otras cintas de la franquicia (Man of Steel en azules, BvS en azules y grises, Wonder Woman en rojos, de acuerdo a los personajes de cada entrega, y de Suicide Squad no hablemos porque es vómito de unicornio). A su vez se notan cambios en la estética que nos remiten a “clásica y épica pelea de personaje de DC contra su súper villano, en entornos bien oscurotes” que al parecer son mandatos de estudio más que de director. Por otra parte la inclusión de Jenkins es más que bienvenida en el manejo de personajes y de historia, lo que ha sido el punto débil de las entregas de los demás personajes.

Jenkins ha destronado a Sam Taylor-Johnson como la directora más taquillera, haciendo que recupere mi fe en la femineidad (Taylor-Johnson aparecía gracias a 50 Shades of Gray) y esto no es casualidad. Diana de Themyscira aparece como un personaje femenino fuerte que no es derivativo, y si bien surge como “la versión femenina del súper hombre”, tiene su identidad propia y no es ni una Capitana Marvel, Superchica o Batichica. La fuerza en su historia viene gracias a lo bien trazados que están sus personajes de apoyo, quienes ayudan a enriquecer el desarrollo de la misma. La señora Underwood encarna una verdadera amazona mientras que vemos qué Ewen Bremner es más Spud en esta cinta que en la misma secuela de Trainspotting. Mientras que algunos caen en clichés (¡tenemos un personaje que es nativo americano! ¡pongámoslo a hacer señales de humo!) otros trascienden los clichés o saben aprovecharlos, principalmente una embarnecida Lucy Davis (interpretando a Etta Candy, quien es la voz de la conciencia y realidad de principios de siglo y el feminismo de primera generación) y finalmente el Steve Trevor de Chris Pine.



Mientras que el año pasado tuvimos fracasos en taquilla (y en manejo) con el caso de Las Cazafantasmas, la fórmula de Wonder Woman muestra un mayor acierto debido a que en lugar de hacer una versión con cambios de género en donde la prioridad es que las mujeres cobren venganza por décadas de maltrato en los personajes (¿me pueden decir de qué sirve el Thor-secretario en esa cinta además de como objeto, aunque curiosamente es más gracioso que las otras cuatro actrices juntas?). En Wonder Woman tenemos la confrontación con la realidad a través de una mirada ingenua de Diana quien, aunque no lo quiera, es guiada por el personaje de Pine, quien es la representación en dos piernas del hashtag de #NotAllMen y ayuda en la transición de Diana hacia el nuevo mundo. A su vez es el verdadero héroe de la cinta ya que confronta amenazas más allá de sus capacidades y las consecuencias para este persona pueden ser más radicales que para una heroína súper poderosa que cuenta con la bendición de los dioses.

Dentro del trabajo de escritura, Allan Heinberg, quien ya había escrito al personaje en cómics, muestra que entiende al mismo con el guión de la cinta, y entiende que un cast variado ayuda a enriquecer la historia. No en vano ha escrito series como Grey’s Anatomy o Sex and the City en donde muestra que un hombre puede escribir personajes femeninos y con mayor diversidad, en contra de lo que dice la sabiduría popular.

Mientras que el manejo de personajes y el tono de los mismos es lo que ayuda a que la historia corra de manera efectiva (recordemos que principios del siglo pasado eran tiempos mejores, ya que la paranoia post 9-11 o el temor nuclear no eran parte del inconsciente colectivo), hay detalles en el manejo de historia que tienen sus deficiencias. Entre ellos está el hecho de que la misma parece haber sido escrita originalmente con un entorno ubicado en la segunda guerra mundial pero que es trasladado a la primera casi de último minuto. Fuera de la escena de No Man’s Land (o Tierra de Nadie, en donde Diana tiene su presentación pateatraseros a la tierra de los hombres), el resto de la historia pudo ocurrir en la segunda guerra mundial sin mayor problema que el cambiar svasticas por águilas en las banderas colgadas. De la misma manera el uso de tanques de guerra no era recurrente en dicha guerra, aunque eso no limita a diana para replicar una de las imágenes más iconográficas del personaje en donde detiene y levanta semejante artilugio de destrucción.

Así como la primera cinta de Guardians of the Galaxy plantea una genialidad que después desaprovecha, al establecer una secuencia de baile para derrotar a su villano que tristemente fue un vil distractor para resolver el problema en base a golpes, como toda película de monitos, ocurre algo similar con Wonder Woman. El establecimiento del Lundendorff de Danny Huston como el gran villano que desconoce quién carajos es Diana es brillante, dándonos un villano cuyo objetivo es más grande que ser el costal de boxeo del héroe en turno o ser su villano personal (sí, Marvel, te estoy viendo a ti y a todos tus villanos, incluído Loki). Desafortunadamente su desenlace no es el mejor. Lo mismo ocurre con el Doctor Poison de Elena Anaya, siendo meramente un elemento de plot sin mayor relevancia, excepto quizás, por el hecho de que junto con el personaje de Danny Huston tienen una escena en la que hacen una divertida interpretación de  Boris y Natasha, sacados de la caricatura de Rocky & Bullwinkle.



Una de mis quejas recurrentes contra el cine veraniego es el manejo de las consecuencias de la violencia y la sensación de peligro. Un elemento muy bien manejado es cuando tenemos el ataque de los protonazis en la isla de Themyscira, ya que se transmite un peligro real con su amenaza, además de que se muestra que la misma es capaz de hacer daño real a los personajes. Curiosamente sirve de antesala para dilemas morales más grandes, ya que la incursión de Wonder Woman a la Gran Guerra la pone en confrontación con un conflicto lleno de grises y no de las definiciones de bien y mal tan establecidas en su tierra natal. Es gracias al contacto con personajes secundarios que Diana empieza a tener una idea de que no todo existe en absolutos como creía originalmente. Sin embargo plantea una cierta inconsistencia típica en el cine en general en donde la violencia, siempre y cuando sea ejecutada contra “los malos”,  es justificada y podemos matar a diestra y siniestra (como ocurre en Guardians of the Galaxy Vol. 2 y es de mis mayores quejas sobre esa cinta).  Diana confronta al enemigo en Tierra de Nadie, sin embargo no ataca a todos los que ejercen la violencia ya que a estos también los encuentra en su mismo lado. Vaya forma de mostrar que es parte de una cultura que sirve como puente a un entendimiento superior al caer en los vicios de nosotros, los seres inferiores. El personaje de Sammy lo menciona de manera pertinente al decir que “todos peleamos nuestras propias guerras, así como tú peleas la tuya”. Desafortunadamente esto no aplica a los personajes que están del otro lado de la trinchera.

Quizás el mayor enemigo que tiene Wonder Woman es Warner mismo. Ejecutivos del estudio han mostrado una tendencia a establecer un control de elementos que no entienden porque no les son familiares. Es pertinente hacer una comparativa entre la más reciente cinta de Guy Ritche lanzada por el mismo estudio en donde se tenía una propuesta distinta, pero la cinta fue reeditada para ofrecer elementos reconocibles del mismo director. En cierta medida se podría decir lo mismo de Snyder ya que Man of Steel cuenta con un manejo visual que carece de cámaras lentas y en su primera mitad es verdaderamente propositiva, pero que eventualmente cae en un estilo que ha permeado en el resto de las cintas del universo de DC. Esto mismo llega a Wonder Woman en su tercer acto en donde no podemos evitar los entornos oscuros, rayos que se lanzan al cielo, villanos que pierden trasfondo y elementos que atacan no solo a Warner sino al blockbuster veraniego en general. Tan solo recordemos X-Men Apocalypse o Dr. Strange o los mismos Guardians of the Galaxy en donde este elemento se repite innecesariamente.

En el manejo de post producción, hay secuencias en donde no termina de convencer el juego de acción real con empalmes digitales. Las peleas en donde hay juegos de velocidad en cámara hay una ejecución torpe que no está presente en cintas previas de DC. El absurdo se llega al momento en que Diana se va a poner su diadema previo a entrar a Tierra de Nadie y la escena se alenta para generar ¿expectativa? ¿dramatismo? De manera innecesaria. Lo mismo ocurre en el combate en donde solo hay 1 escena en que se justifica los juegos de velocidad ya que los demás son visualmente forzados. Afortunadamente el ritmo narrativo y juego de personajes ayuda a solventar estos detalles, sin embargo no exime su mala aplicación.



La parte más fascinante dentro del recorrido de la heroína dentro de la cinta es la confrontación de la realidad contra la idealización que se plantea. La eliminación del villano no necesariamente va a acabar con todos los males del mundo, de la misma manera que el desear algo con todas tus fuerzas no va a implicar que el universo se va a inclinar a tu favor. El mundo tiene más matices como menciona el mismo personaje de Cris Pine quien da el ejemplo de la mejor manera de cómo confrontar una amenaza imposible con lo que se tiene a la mano. Esto marca la pauta para la maduración y pérdida de la inocencia, pero no de la esperanza que representa el personaje de Diana. Desafortunadamente esto cae en otro de los problemas del tercer acto al tener la incursión de “La fuerza del amor”, lo cual nos regresa a la vanalidad original del personaje.

La cinta no llega a la hipérbole en que algunos grupos quieren posicionarla (especialmente por que los mismos hablan más de lo que para ellos representa la película, que de la película en sí), pero tampoco tiene que hacerlo. Ciertamente no es la mejor cinta sobre monitos disfrazados, pero se posiciona sin problemas en el top diez, junto a Caballeros Oscuros, Hombres de Hierro, de Acero, Arácnidos, Gente X o Vengozos, teniendo una voz e identidad propia y colocando dignamente a Wonder Woman como el personaje femenino por excelencia, tras los fracasos de Elektra (no la de los abonos chiquititos, sino la otra) o la misma Catwoman. A su vez ayuda en el manejo de relaciones públicas de Warner Brother, aunque sabemos que los estudios tienden a aprender las lecciones equivocadas sobre los éxitos de sus películas. Esperemos que este no sea el caso y ayude a dar una mayor visibilidad a este tipo de historias, lejos de una agenda inclusiva que olvida la realidad del cine y busca más la imposición de realidades mal investigadas. Esperemos que trascienda la (falta de) sabiduría popular y no sea el camino en que “solo mujeres dirigen personajes femeninos”, “solo los negros hablan de negros” y “solo Derbez debe representar a los mexicanos en el extranjero”.

El mayor reto de Wonder Woman es el atraer al público femenino a las salas, cosa que no pasó con el mencionado caso de Las Cazafantasmas, aunque sí en la saga de 50 sombras. La presencia de Wonder Woman ilustra que el público femenino puede estar interesado en una variedad de historias y no es excluido ni excluyente y puede ver y narrar historias que salgan del cine independiente, de los dramas personales u otros sitios en donde parece que se ha encasillado. Ah, y si creen que es la primera cinta en donde se manejan grandes presupuestos a cargo de una mujer, se nota que desconocen el trabajo de Emma Thomas, E.L. James, Gale Anne Hurd, Nina Jacobson, Kathleen Kennedy, Kathryn Bigelow o la misma Deborah Snyder. El que ustedes no vean mujeres directoras no significa que no haya gente incluso con más poder detrás de grandes cintas o hasta franquicias.

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